La tumba del emperador Adriano refleja la tendencia romana por los enterramientos de planta circular. Fue inaccesible durante siglos y sólo en 1825 se identificó la entrada en medio del lado este.
El mausoleo fue construido hacia el año 130 n.e. en la orilla derecha del Tiber. Adriano, para facilitar el acceso al mausoleo, mando construir un nuevo puente sobre el río, llamado puente Elio.
Estaba formado por un potente cuerpo cilíndrico, con un recinto totalmente revestido de mármol. Un túmulo de tierra con cipreses y otras plantas coronaba la cima, donde se alzaba una cuádriga de bronce con la estatua de Adriano. Una rampa helicoidal conducía a la cámara funeraria, donde el emperador fue enterrado en el año 139 n.e., un año después de su muerte, cuando el mausoleo fue terminado por Antonino Pío. Más tarde fue utilizado como lugar de enterramiento para Septimio Severo, Geta y Caracalla.
El actual edificio de hormigón y ladrillo no refleja la riqueza de la mole adriana lujosamente adornada con estatuas y mármoles.